Un 15 de febrero de 1996 lo que parecía una de tantas sesiones de test que se han realizado en Fórmula 1 durante 67 años de historia, era el inicio de un ciclo y el cierre de otro.
Hace veinte años Schumacher estrenó el monoplaza
que dio forma a su primer año de rojo, con Ferrari.
que dio forma a su primer año de rojo, con Ferrari.
Aquel día Ferrari realizaba el bautismo en pista del monoplaza F310 creado por John Barnard, que debía apoyar el ingreso de Michael Schumacher al equipo tras ganar el título con Benetton en 1994/95.
La jornada no representó el debut de Schumacher con Ferrari, ya el 20 de noviembre de 1995 el alemán había probado en Portugal el 412T2 V12. Luego, en diciembre, hizo una tanda comparativa en Paul Ricard usando un 412T2 con el nuevo V10 y otro con el clásico V12, que se despedía de las pistas.
Las siglas del nuevo monoplaza significaban “Ferrari, tres litros, diez cilindros” y sintetizaban la modificación al Reglamento que redujo el desplazamiento del motor de 3.5 a 3 litros.
El V10 fue introducido por Renault en 1989, inicialmente a 67º y luego a 72º y 90º, siendo adoptado por unanimidad desde 1996 cuando se redujo la cilindrada a 3 litros y estandarizado por Reglamento en el 2000.
En 1996 Ferrari venía de una etapa crítica, con muchos problemas para desarrollar suspensiones activas, controles de tracción y controles de arrancada en esa década, a causa de una honda crisis económica - que se ocultó celosamente - y un fuerte aislamiento político.
La llegada de Schumacher implicaba un acercamiento al poder político de la F-1 representado por Bernie Ecclestone y Max Mosley, en el marco del saneamiento financiero impuesto por Luca Di Montezémolo desde 1991.
La gestión mostraba los primeros síntomas del trabajo de Jean Todt, asumido como Director en 1993 a fin de hacer más eficiente a un equipo que insistía en manejarse como en los días de presupuestos infinitos.
La Ferrari de Todt y Schumacher ganó tres GP en ese 1996 que les reunió, pero los verdaderos avances vendrán a partir de 1997, cuando el dispendioso John Barnard fue reemplazado por Ross Brawn y cuando el acercamiento entre Montezémolo, Ecclestone y Mosley generó un acuerdo comercial para la F-1 que definió los repartos de dinero por derechos TV y delineó un Reglamento pensado expresamente para las potencialidades de Ferrari y para convertirla a ella (y Schumacher) en la llave con la cual la F-1 comenzó a abrir mercados fuera de Europa.
Los V10 de 3 litros impusieron una base técnica que todavía influye en la categoría. Quitarles dos cilindros en 2006 configuró a los V8 de 2.4 litros. Esa base, con dos cilindros menos y llevada a 1 600 cc la usaron Renault y la propia Ferrari para crear sus actuales V6, añadiéndoles el turbo, los sistemas híbridos, recuperadores y demás elementos ecológicos impuestos por un reglamento que - en nombre del ahorro de costos - pretendió congelar todo desarrollo hasta 2019, pero “olvidó” imponer límites al presupuesto que cada fabricante empleó en crear su solución: en Renault fue comedido, en Ferrari fue normal y en Mercedes faraónico.
Entre 1996 y 2005 (vigencia del Reglamento en torno a los V10 de 3 litros) con el acuerdo comercial suscrito por los equipos un par de años más tarde, Ferrari y Schumacher ganaron cinco títulos entre 2000 y 2004 y dos subtítulos en 1998 y 1999. Habrían sido Subcampeones sin la maniobra antideportiva intentada por Schumacher contra Jacques Villeneuve en la última cita de 1997 y fueron terceros en 1996.
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